ENTREVISTA-. TRINIDAD PÉREZ PALACIOS. ANTIGUA BECARIA Y ACTUAL TUTORA DE BECARIO PREDOCTORAL DE LA FUNDACIÓN VALHONDO
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Pilar Mansilla
Trinidad Pérez Palacios forma parte del personal docente investigador de la Facultad de Veterinaria, en la Universidad de Extremadura; disfrutó de la beca predoctoral de la Fundación Valhondo al inicio de su tesis, y actualmente continúa desarrollando su carrera investigadora con un contrato Ramón y Cajal.
La investigación llegó a la vida de Trinidad hace más de dos décadas. Y llegó para quedarse. Desde muy joven supo que quería dedicarse a ello y la carrera de Veterinaria le abrió esas puertas, donde realizó su tesis doctoral sobre el Jamón Ibérico en el área de Tecnología y Calidad de los alimentos. Nos cuenta su trayectoria y perspectiva como investigadora, docente y directora de tesis.
¿Cuándo iniciaste la beca con la Fundación Valhondo?
Yo disfruté de la beca de la Fundación Valhondo durante 2005 y parte de 2006, hasta que conseguí la beca de la Junta de Extremadura. Anteriormente había disfrutado de una beca de colaboración del Ministerio, que se concede a alumnos de último año de carrera, para desarrollar actividad en laboratorio, en el área de Tecnología de los Alimentos, y ahí fue donde supe que las becas de la Fundación podían ser una buena opción. La función de la Fundación es muy importante en los primeros pasos; a muchas personas nos ha permitido comenzar y crecer para poder llegar lejos.
¿Cuándo supiste que querías realizar el doctorado?
Empecé a estudiar Veterinaria porque quería hacer Bioquímica y antes había que cursar tres años de otra carrera de ciencias para después poder optar a la especialización en Bioquímica, que tenía una duración de dos años. Pero al final terminé Veterinaria porque descubrí que en Tecnología y Calidad de los Alimentos podía optar a buenas oportunidades. Me llamaron del Departamento y así comencé con una beca de colaboración en laboratorio durante el último año de carrera.
¿En qué consistió tu tesis doctoral?
Mi tesis, que defendí en 2009, “Efecto De La Alimentación De Los Cerdos Y De La Congelación De Los Perniles Sobre Características Físicas, Químicas Y Sensoriales Del Jamón Ibérico”, se centró en evaluar la calidad de jamones ibéricos procedentes de cerdos con diferentes alimentaciones y sometidos a congelación antes de su procesado.
¿Cómo valorarías la etapa predoctoral?
La financiación es escasa y el número de contratos es bajo, pero si te gusta, hay que fijarse unos objetivos y continuar. Uno de los mayores obstáculos es que hay mucha competencia y el número de becas es reducido. Y, aunque ahora con las redes sociales y demás hay más información, al principio no sabes dónde te metes. Gracias a la beca de la Fundación Valhondo tuve la oportunidad de comenzar y de hacer currículum para poder seguir subiendo escalones.
¿Cuál fue el camino tras el doctorado?
La investigación es una carrera de fondo, es una larga escalera. Y mucha gente se queda en el camino porque cuesta encontrar la estabilidad de contrato en contrato. En mi caso, una vez doctorada, disfruté de una beca postdoctoral de dos años en Oporto. Después volví a Cáceres para reincorporarme al laboratorio de Tecnología de los alimentos. Y actualmente estoy en el tercer año de los cinco que tengo de contrato Ramón y Cajal, una oportunidad que llega para estabilizarte como investigador.
¿Qué destacarías de tu estancia en Oporto?
Todo suma. Cuando sales fuera no sabes qué te vas a encontrar y hay que adaptarse a trabajar en un grupo nuevo de investigación. Durante mi experiencia en Oporto tuve la suerte de que todo funcionaba muy parecido a aquí, así que estuve fenomenal tanto profesional como personalmente. Sin embargo, no deja de ser un sacrificio, ya que te obliga a estar dos años fuera y no todo el mundo está dispuesto a hacerlo. Fue muy diferente a mi estancia predoctoral en Bélgica, de tres meses, ya que en ese momento fui a realizar un trabajo experimental relacionado con mi tesis. Pero si hago balance, en Oporto me sentí más acogida, quizá por la similitud de carácter con España, y porque la comunicación era más efectiva. En Bélgica hablaba con mi director a través de email y estábamos en el mismo edificio.
¿Qué le dirías a quienes se encuentran a las puertas de comenzar el doctorado?
Sobre todo, decirles que tengan claro que el nivel de exigencia es alto y que hay que dedicarle mucho tiempo. Pero si tienes claro que es lo que te gusta, siempre animaría a realizar el doctorado. Es un mundo que te abre oportunidades profesionales, ya no solo como investigador o docente en la Universidad, sino también en empresas privadas que demandan doctores en sus plantillas.
¿Cómo es tu trabajo actual como investigadora?
En estos momentos estoy trabajando en una nueva línea de investigación: “Microencapsulación de compuestos bioactivos para su adición a productos cárnicos”, a través de la que queremos mejorar el perfil nutricional de alimentos de consumo habitual. Y, además, también trabajo como docente; en el Grado de Veterinaria y en el Máster Universitario En Ciencia Y Tecnología De La Carne.
¿Y qué tal la experiencia como docente?
Como docente la experiencia en el Máster es un lujo, ya que con alrededor de 15 alumnos resulta muy cercano. Luego, enfrentarte a más de cien alumnos impone un poco más, es una perspectiva muy diferente, pero es enriquecedor. La verdad es que tengo ganas de implicarme más en la docencia. Espero que la Universidad me estabilice y poder ser pronto profesora titular, una vez que consiga la acreditación a nivel nacional, a través de méritos y requisitos de investigación y docencia que he ido adquiriendo durante todos estos años de dedicación.
Además, sabemos que también eres directora de tesis. ¿Cómo lo ves ahora, desde esta perspectiva?
Ya he dirigido tres tesis, actualmente dirijo otra, y hay dos más que van a comenzar. Como en cualquier relación, es fundamental la confianza entre el tutor y el doctorando. Y también es muy importante el apoyo porque todos cometemos errores, durante la realización de la tesis se está más sensible y hay veces que se exige mucho cuando hay prisas. Yo intento comprenderles porque me veo muy representada en ellos.
Cada año, cuatro nuevos jóvenes investigadores desarrollan su tesis en la Universidad de Extremadura con el apoyo de las becas predoctorales de la Fundación Valhondo, y uno de cada cinco becarios de la Fundación consigue plaza como docente, como es el caso de Trinidad, un claro ejemplo de lo importante que es tender la mano a la investigación en los primeros pasos, compromiso de la Fundación con los jóvenes cacereños desde 1987.